La inmensidad y el esplendor se conjugan con el diáfano cielo y el aire puro. La Puna ofrece hermosos paisajes de salinas, estepas, planicies altiplánicas y lagunas rodeadas por montañas, como la de Pozuelos, situada a 3.600 m.s.n.m. Esta laguna fue declarada Reserva de la Biosfera y su principal tesoro está formado por la gran cantidad de aves que habitan en su entorno. Entre su avifauna se cuentan tres diferentes especies de flamencos y parinas. La soledad y la aridez de este «desierto de altura» se interrumpe de tanto en tanto con pequeños oasis que matizan, con su diversidad biológica, la monotonía del paisaje.
Subiendo por la Cuesta de Lipán, sucesivas curvas van abriendo camino a un paisaje de belleza incomparable, hasta alcanzar las Salinas Grandes, deslumbrante manto blanco que ofrece un panorama pleno de magia y de color.
Susques, en plena estepa andina, atesora su antiquísima Iglesia del año 1.598 realizada íntegramente en piedra, barro y adobe, en la que se encuentran importantes muestras de arte cuzqueño.
Entre sus enormes paredes que atesoran innumerables muestras de arte rupestre, Barrancas protege, eterna, sus reservas naturales y culturales.
La Puna acoge una sucesión de paisajes naturales y de formas caprichosas, y en su corazón anida Casabindo, con su Iglesia Catedral de la Puna. Allí, cada 15 de agosto, se realiza el antiguo ritual del Toreo de la Vincha en honor a la Virgen de la Asunción.
Leyendas, magia y misterio dominan la agreste geografía de Abra Pampa, la “Siberia Argentina”.